La personalidad
La personalidad es única para todas las personas. La personalidad es algo que nos acompaña desde el día que nacemos, o incluso antes del nacimiento, hasta el fin de nuestros días, durante todo el ciclo vital.
El término personalidad se usa para definir la manera en que los distintos procesos y estructuras del funcionamiento psicológico de todos y cada uno de los sujetos, se van integrando y configuran un modo de ser peculiar. La respuesta emocional, racional y comportamental, dependen de la personalidad.
Podemos decir que la personalidad implica que la raíz de lo que hacemos, pensamos y sentimos está en nuestro interior, entendido como el conjunto de atributos que nos aportan sentido de coherencia y continuidad a lo largo de nuestra vida.
Estos estilos de personalidad son tan característicos de cada uno de nosotros que, sus diversas formas se deben de manifestar en numerosas situaciones sociales y personales.
Todo lo que la personalidad engloba está determinado por nuestros genes en interacción con el ambiente cultural y familiar en el que crecemos y vivimos. Así, la personalidad es un producto bio-psico-social de lo innato (biológico-afectivo), lo conseguido en el desarrollo (lo conativo), y lo aprendido en la interrelación social (cultural).
Es importante destacar que la personalidad es ego-sintónica, o sea, nuestras emociones, conductas y pensamientos son reconocidos como algo nuestro, están en armonía con nuestro ser, aquello a lo que estamos acostumbrados y familiarizados, aunque con frecuencia los rasgos de personalidad nos creen dificultades y problemas.
Sus distintos modos de expresión, lo que nos hace similares, pero también opuestamente distintos de nuestros convecinos, es considerada una manifestación de las funciones biológicas y evolutivas que nos han acompañado desde los inicios de la humanidad.
Los seres humanos, hemos sido diseñados para hacer una transacción activa con nuestro medio, para sobrevivir y reproducirnos. Los rasgos de personalidad existen funcionalmente, son provechosos. Es necesario tener presente que nuestra personalidad, sea impulsiva o neurótica, es una manifestación en nuestro día a día de mecanismos neurobiológicos, a los que representa.
Distintas partes del cerebro de las personas están altamente especializadas en resolver problemas específicos durante la evolución de los seres humanos.
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Millon (2004), escribió un excelente manual “Trastornos de la personalidad, más allá del DSM-IV”, la historia de la personalidad parte, de la doctrina humoral corporal propuesta por los antiguos griegos hace 25 siglos.
Historia
Hipócrates, en el siglo IV, identificó los cuatro temperamentos básicos, (colérico, melancólico, sanguíneo y flemático). En el siglo XIX, Ribot (1890), ideó una tipología fundamentada en la variación e intensidad de los rasgos de actividad y sensibilidad. Después, se formula la existencia de nueve tipos normales de carácter que aparecen de la mezcla de las disposiciones de emocionalidad, actividad y meditación.
En el siglo XX, Heymans y Wiersman detectaron tres criterios para la evaluación del carácter: el nivel de actividad, la susceptibilidad, la emotividad y la estimulación externa. Por su parte, Schneider, en la primera mitad del siglo pasado, realizó la clasificación más conocida de los trastornos de la personalidad, en la que describe diez variantes habituales. Después Kretschmer categoriza a las personas según su tipología física y relaciona las diferencias morfológicas con tipos de personalidad.
En la actualidad
Víctor Hugo decía que de los hombres es tan importante lo que se dice o se piensa, como lo que hacen. En la forma cognitiva destaca el papel del procesamiento de la información para activar las respuestas cognitivas, motivacionales, afectivas y conductuales de una persona a los ambientes físicos y sociales.
La personalidad se conoce como una organización de sistemas integrados, cada uno englobando estructuras estables que llamamos esquemas, que trabajan juntos para mantener un equilibrio y promover la adaptación al ambiente. Rasgos de la personalidad, como la autonomía y la dependencia, son la expresión abierta de esos esquemas.
Los esquemas son de vital importancia en la psicología de la persona, porque dan significado a la experiencia, una explicación de los sucesos pasados y presentes, al igual que nos permiten hacer predicciones sobre el futuro.
Por lo que, en personas que sufren trastornos de la personalidad, hay esquemas básicos que son desadaptativos y resistentes al cambio. Este modelo reconoce ciertos esquemas para cada uno de los trastornos de la personalidad conocidos.
Existen personas dependientes que pueden creer de forma involuntaria y con gran convicción en un esquema del tipo, soy débil, esperar que alguien me diga lo que debo hacer, o por el contrario, una persona con trastorno obsesivo-compulsivo en los fallos o errores, son inaceptables.
Es lógico pensar que, si la personalidad es aquello que se pone en marcha desde el minuto cero de nacer, las experiencias serían una forma de alterar algunos de los rasgos.
En las últimas dos décadas, se ha desarrollado un modelo cognitivo de la personalidad que entiende que los esquemas alterados provienen de experiencias disfuncionales con los primeros cuidadores del niño en la infancia.
Son temas amplios y persistentes formados por recuerdos, pensamientos, emociones y sensaciones corporales que hacen referencia al análisis de uno mismo y de las relaciones con los demás.
Los esquemas pueden tener distintos niveles de gravedad y de rigidez o resistencia al cambio. Las características más importantes, son:
- Son verdades acerca de uno mismo y del entorno.
- Se auto-perpetúan y son resistentes al cambio, no se modifican y se mantienen a lo largo del tiempo.
- Son desadaptativos, con consecuencias auto-destructivas o daño significativo para los demás.
- Son activados por modificaciones ambientales relevantes al esquema o por estados de ánimo o estados biológicos.
- Son el resultado de la interacción del temperamento con las experiencias negativas o interacciones dolorosas y disfuncionales con los miembros de la familia. Uno de estos esquemas es el de abandono, en el que una persona adulta puede tener percepción de inestabilidad o poca seguridad en que dispone de soporte de los demás.
Nos preguntamos:
¿Y si la personalidad fuera no tanto la manifestación de mecanismos internos psíquicos, sino planificados por otros mecanismos interiores propios de la genética y la neurobiología, con los que la persona ya está dotada desde su nacimiento?
Esto es lo que consideran escritores que se han adscrito al modelo neurobiológico para explicar los rasgos de personalidad, asumiendo que las diferencias fisiológicas de cada individuo podrían ser responsables de las diferencias psicológicas. Esta propuesta se fundamenta en tres dimensiones primarias heredables y con base fisiológica: extraversión/introversión, neuroticismo/estabilidad emocional y Psicoticismo.
De esta manera, Cloninger y su equipo han desarrollado un modelo psicobiológico de la personalidad con una gran importancia en el estudio de las diferencias individuales. Su modelo trata de aunar lo que se conoce de las bases neurobiológicas de la personalidad con los elementos de entorno del desarrollo y los socio-culturales.
El modelo de Cloninger calibra tanto la personalidad normal como la patológica y ha sido diseñado a raíz de nociones neurobiológicas y psicopatológicas.
El carácter
Es aquella parte de la personalidad que se inicia de la interacción entre el temperamento y el medio ambiente. Está influenciado por el aprendizaje social y las expectativas culturales sobre el rol social en relación con la edad, ocupación y otras circunstancias sociales.
Hace con ello referencia a los auto-conceptos que determinan nuestras intenciones y actitudes; es lo que hacemos con nosotros mismos de manera intencional y se suele producir por la socialización.
Tener un buen carácter evita las reacciones automáticas ante los estímulos o circunstancias. Entonces de puede describir como la inclinación a responder a los estímulos en función de las distintas ideas que las personas tienen sobre lo que uno es, sobre qué somos nosotros y sobre por qué estamos aquí.
El Tratamiento Límite de la personalidad, es un tratamiento psicológico que consigue que la persona aprenda a reducir su inestabilidad, y que empiece a manejar sus síntomas desde el inicio.
Niños y adolescentes
Los rasgos de personalidad son, en un gran porcentaje, heredados, por lo que su aparición y desarrollo se manifiesta de forma plena, durante los años de la infancia. Hay entendimiento sobre el peso del temperamento y la personalidad infantil y adolescente, como principales precursores evolutivos de los trastornos de personalidad del adulto.
Hay evidencia de que el modelo llamado de los Cinco Grandes, se puede aplicar en la comprensión del temperamento y los rasgos de personalidad en niños.
De esta forma, se puede evaluar en niños la personalidad con un sistema de cinco factores, en los que las conductas son propias de la infancia: extraversión (emocionabilidad positiva), que se compone de rasgos de timidez, sociabilidad, dominancia y energía-actividad; neuroticismo-emocionabilidad negativa, con miedo, ansiedad, culpa, hostilidad, irritabilidad, enfado y frustración; responsabilidad-restricción, con rasgos de control de impulsos, atención, motivación, orden, responsabilidad y convencionalismo; amabilidad, con rasgos de oposicionismo y altruismo y, el dominio de apertura experiencia-intelecto, con rasgos de la creatividad, el aprendizaje y la curiosidad.