Introducción a los trastornos esquizoide y esquizotípico
A pesar de que convencionalmente se ha definido siempre al ser humano como un animal social, no todos somos así. Hay personas para las cuales las relaciones sociales no son nada importantes y viven más a gusto en su mutismo y soledad.
Hoy vamos a hablar de dos trastornos, el esquizoide y esquizotípico, que tienen diversos puntos en común, lo que ha ocasionado que, a día de hoy, nos preguntemos si en realidad se trata de diferentes manifestaciones de una misma entidad. Estos puntos comunes serían el desapego en las relaciones sociales y la limitación de la expresividad emocional y de los intereses.
Estas personas no tienen interés alguno por nada ni por nadie, o este es muy escaso, en las relaciones sociales ni en los convencionalismos ligados a ellas; no pretenden agradar a los demás ni se preocupan por las opiniones que puedan tener sobre ellos. Es habitual que sus relaciones sociales se reduzcan a su familia directa.
Otra característica muy usual a ambos trastornos es que las personas que los presentan suelen tener un rango de emociones reducido y aparecen fríos, insulsos e inalterables. Aparte de esto, puede ser que casi no tengan costumbres y que su capacidad para disfrutar con las cosas esté mermada.
El trastorno esquizotípico de la personalidad cursa, con otras características adicionales a las ya citadas, las cuales tienen que ver con la manera cómo estas perciben y entienden las cosas. Las personas con este trastorno suelen tener ideas o creencias que resultan extrañas en su entorno cultural, o notar sensaciones corporales inusuales.
Es habitual que tiendan a desconfiar de la gente, a pensar que los demás hacen o dicen las cosas con segundas intenciones y que de alguna forma intentan perjudicarles. Esto puede producir ansiedad y miedos a la hora de relacionarse con otras personas.
También pueden sentir de manera ocasional que la gente los mira o que las cosas suceden no por azar, sino por algún motivo como una señal para ellos.
Una última característica que pueden presentar, es un déficit en algunas capacidades cognitivas, sobre todo a nivel de memoria de trabajo o procesamiento contextual.
Se ha planteado la posibilidad de que los dos trastornos se traten en realidad de uno único, porque tienen orígenes diferentes. El término esquizoide fue apadrinado por el psiquiatra suizo Paul Eugen Bleuder, a comienzos del siglo XX. El término esquizotípico se ideó unos años más tarde por la necesidad de definir una personalidad prototípica de los familiares de pacientes con esquizofrenia, presentando síntomas esquizofreniformes moderados.
Estos síntomas podían ser, las ideas extrañas, el notar sensaciones corporales inusuales, el sentirse observados o la tendencia a desconfiar de las intenciones ajenas. El trastorno esquizotípico de la personalidad se incluyó por primera vez en el DSM en su tercera versión, en 1980, como parte de los trastornos de la personalidad, aunque en la última se incluye también en el apartado de trastornos psicóticos.
Antes de la creación de este trastorno, las personas con estas características solían ser diagnosticados de trastorno de la personalidad esquizoide o límite.
En el centro de Ipsia Psicología, contamos con un equipo de psicólogos y psiquiatras, que te ayudarán en lo que necesites.
¿Existen muchas personas con estos trastornos en la población?
Los dos trastornos tienen una frecuencia parecida en la población general. Para el trastorno esquizoide se han descrito prevalencias de entre el 0,8 % y el 3%; para el esquizotípico, de aproximadamente el 4%, siendo más habitual en varones. En la población clínica, el trastorno esquizoide tendría una prevalencia del 1,4% y el esquizotípico del 1,9%.
Causas
Los factores que llevan a desencadenar estas alteraciones de la personalidad no están del todo claros. Los pocos datos de los que disponemos a día de hoy parecen apoyar que en ambos trastornos habría un componente hereditario; de hecho, se ha descrito una heredabilidad del 55-59% para el esquizoide y del 72% para el esquizotípico. También intervienen factores ambientales, como ensayos vitales adversos, sobre todo en las primeras etapas de la vida.
Hay que tener en cuenta que es más habitual en familiares de personas que padecen esquizofrenia, lo que nos indica que puede haber una vulnerabilidad genética común entre estos trastornos. En el caso concreto del trastorno esquizotípico, se ha detallado que entre el 17% y el 40% de las personas afectadas por esta perturbación pueden acabar desarrollando esquizofrenia.
Tratamiento
Las personas con trastorno esquizoide o esquizotípico de la personalidad no suelen buscar ayuda médica, puesto que se sienten bien así. Si consultan puede ser, bien porque presentan formas leves del trastorno, lo que les permite tener cierta conciencia de sus dificultades, bien porque tienen otra patología psiquiátrica comórbida que es la que les conduce a pedir ayuda, o bien por la presión de su círculo familiar o personal.
De cualquier forma, el choque sería principalmente psicoterapéutico, con la finalidad, no de modificar su manera de ser, sino de ayudarles a moldear aquellos rasgos o síntomas que les producen más dificultades de adaptación a su entorno. Por lo que habría que explorar qué problemas subjetivos u objetivos tiene la persona y su motivación para poderlas cambiar. Una vez encontradas estas dificultades, la terapia debería centrarse en buscar tácticas para superarlas, con el propósito de lograr una mejor adaptación sociolaboral. También es importante intervenir sobre el círculo, de manera que la gente cercana entienda por qué esa persona actúa como actúa, y adecuar sus expectativas a la realidad.
Hay una serie de aspectos que pueden obstruir la psicoterapia con estos pacientes y que conviene tener en cuenta. seguramente, el más importante sea que a veces no hay una clara motivación para el cambio por parte del paciente, por lo que sería recomendable empezar por aquellos aspectos en los que el paciente ofrezca menor resistencia.
En el caso específico de una persona con trastorno esquizotípico, habría una serie de problemas añadidos: la paranoia puede complicar el establecer una óptima alianza terapéutica; las alteraciones cognitivas y del lenguaje pueden complicar la comunicación entre el paciente y el terapeuta; una mínima conciencia de irrealidad de las alteraciones sensoperceptivas o de las ideas extrañas puede dificultar su choque, y a veces el paciente es incapaz de tener un aprendizaje acumulativo entre sesiones, de tal forma que cada sesión seria como empezar de nuevo.
En el caso del trastorno esquizoide, a día de hoy no se cuenta con medicamentos que ayuden a mejorar los síntomas. Para el esquizotípico, a pesar de que casi no hay ensayos clínicos de fármacos, la experiencia de centros que llevan años tratando a estos pacientes nos da algunos consejos, por ejemplo, para tratar los síntomas positivos se pueden usar antipsicóticos típicos o atípicos, y para los déficits cognitivos, anfetaminas o guanfacina.
Los antidepresivos no parecen ser eficientes en este trastorno, ni para la ansiedad, ni para los síntomas depresivos o la anhedonia.