¿A qué llamamos Trastorno por Aversión al sexo?
La característica principal del trastorno por aversión al sexo, es el rechazo o la evitación del contacto sexual genital con la pareja. La alteración produce malestar acusado y dificultades en las relaciones íntimas o de pareja. La persona tiene ansiedad, miedo o rechazo a la hora de intentar una relación sexual con otra persona. Incluso, hay personas que pueden sentir rechazo por besos o contactos superficiales. Para ello puedes contar con nuestro centro de psicólogos especialistas en sexología en Madrid.
Ante el miedo o ansiedad las personas evitan situaciones de tipo sexual o compañeros sexuales mediante distintas formas, como acostándose pronto, viajando, descuidando el aspecto externo, tomando sustancias o volcándose de forma excesiva en actividades familiares, sociales y laborales.
La aversión al sexo es un problema más habitual de lo que se piensa y tiene un impacto directo en las relaciones de pareja y la calidad de vida de quienes lo sufren. Puede responder a diferentes causas, que marcarán el tratamiento más adecuado para cada caso.
La definición de este trastorno y el lugar que ocupa en las clasificaciones de enfermedades han cambiado en los últimos tiempos, pero los sexólogos tienen claro el perfil de los que lo padecen. Jesús Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano, define la aversión al sexo como “una tendencia a huir cuando se presenta una situación de contenido sexual, especialmente con otra persona”.
Esta conducta puede estar motivada por miedo, ansiedad o asco al acto sexual en sí, y advierte de que no se debe “confundir con la falta de deseo sexual”. Pero los dos problemas pueden coexistir y, tal como apunta Carme Sánchez, codirectora del Instituto de Sexología de Barcelona, a veces, cuando una persona tiene un bajo deseo sexual, si su pareja la presiona o insiste demasiado en mantener relaciones sexuales, puede acabar desarrollando una aversión al sexo.
Respecto a las prácticas que provocan mayor repulsión, Sánchez explica que los afectados evitan todos o casi todos los contactos sexuales, generalmente genitales. Perono suelen rechazar las caricias y abrazos, salvo cuando se encuentran en fases muy avanzadas.
Síntomas habituales del Trastorno por aversión al sexo
El rechazo o la evitación activa del contacto sexual genital generalmente origina en la persona o en la relación de pareja:
-Irritabilidad
-Tensión en la relación
-Ansiedad
-Miedo a las relaciones sexuales
-Discusiones
-Rabia
-Depresión o bajo estado de ánimo
-Distanciamiento
Causas
El trastorno por aversión al sexo es mucho más común en mujeres. El perfil habitual en la consulta de sexología es el de una mujer de entre 25 y 30 años, según Rodríguez, quien agrega que la sintomatología empieza a producirse mucho antes, con las primeras experiencias sexuales y con la educación recibida durante la infancia y la adolescencia.
Una educación afectivo-sexual muy severa actúa como caldo de cultivo para la aparición del problema. Rodríguez confirma que persisten ciertos modelos educativos en los que existe un excesivo tabú hacia la conducta sexual o, directamente, ésta se considera algo sucio o negativo, lo que genera que las personas sean más propensas a padecer este trastorno.
Otro factor que influye es el machismo que sigue imperando en muchas relaciones de pareja. Algunas chicas se sienten obligadas a tener relaciones sexuales porque si no su pareja les va a dejar, aclara Sánchez. Y las mujeres víctimas de violencia de género también suelen sufrir maltrato sexual.
Los abusos sexuales y otros eventos traumáticos son una causa directa vital de la aversión al sexo. El hecho de sufrir agresiones sexuales, los abusos continuados o las creencias religiosas extremas suelen estar detrás de la mayoría de los casos.
En casos no tan graves, las personas tímidas, con problemas para relacionarse a nivel social, son más propensas a experimentar este trastorno.
¿Cómo afecta al bienestar y a la vida en pareja?
Una de las principales consecuencias de la aversión al sexo es el grado elevado de ansiedad que produce. Como toda problemática relacionada con la ansiedad, tiende a extrapolarse a otros campos como las relaciones de amistad o el trabajo.
Además, el paciente experimenta con frecuencia sentimientos de culpabilidad o de no sentirse correspondido por su pareja, que no entiende lo que le pasa. Esto produce un malestar palpable por lo que se necesita complementar el tratamiento con una terapia de pareja además de la terapia sexual.
Pero si la aversión ha surgido después de haber sufrido maltrato o abusos sexuales, hay que trabajar tanto los aspectos emocionales como los sexuales.
Tratamiento
Para tratar el trastorno se suele emplear la desensibilización sistemática, o sea, ir presentándole al paciente la situación de forma progresiva hasta que logre superarla.
El tratamiento se inicia despacio, poco a poco, intentando que el paciente se sienta cada vez más seguro. Se le puede enseñar una silueta de una persona desnuda y pedirle que señale las zonas que puede tocar su pareja y las que no. Y, poco a poco, intentamos que la relación vaya siendo más erótica. Nuestro artículo «Sexología: Salud sexual, emociones y actitudes«, puede ayudarte con el problema.
Otro ejercicio consiste en pedir al afectado que describa cómo se imagina la relación sexual en la que se sentiría cómodo. Se trata de ir trabajando el trastorno desde esa fase imaginaria.
Si ha existido un episodio traumático, hay que trabajarlo, es de gran importancia la tarea de positivizarla educación afectiva negativa que pueda tener el paciente.
A las parejas de los afectados se intenta inculcarles “paciencia para que entiendan que se necesita un tiempo para superar el problema”.
La mejor prevención, educación sexual
Una buena educación sexual es la mejor herramienta para prevenir el trastorno. Se necesita un alto grado de concienciación en la sociedad sobre el concepto de salud sexual.
Es necesario que frases como “no es no”, referida al consentimiento mutuo que debe regir toda relación sexual, calen en nuestra sociedad. No respetar este tipo de principios puede propiciar un círculo vicioso en el que cuanto más se evita el sexo, mayor aversión produce, lo que a su vez genera más evitación y así sucesivamente.