Empatía

Niños hablando

¿Qué es la empatía?

La empatía es un proceso complejo que puede referirse a muchas circunstancias:

Conocimiento del estado interno de otra persona, incluyendo sus pensamientos y sentimientos. 

Imitación de la postura o expresión, o la coincidencia con la respuesta neural de una persona observada. 

Llegar a sentir la emoción de otra persona.

Intuir o proyectarse una persona en la situación de otra.

Imaginar lo que otro estará pensando o sintiendo.

Imaginar lo que uno sentiría o pensaría si estuviera en lugar del otro -a esto lo denominamos metacognición o metaempatía. 

Sentir malestar psicológico observando el sentimiento de otras personas. 

Experimentar sentimientos compasivos por una persona que está sufriendo, y poner en marcha acciones concretas para ayudar a quien está sufriendo. 

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Vistos estos distintos puntos podemos observar que la experiencia empática implica tres habilidades diferentes:

  • Una respuesta afectiva a los sentimientos del otro, que en ocasiones implica sentir lo mismo (contagio emocional), pero en otras, suscita emociones diferentes como la compasión.
  • La destreza cognitiva para intuir lo que el otro está sintiendo. 
  • Y la intención socialmente beneficiosa de responder compasivamente al sufrimiento de los demás.

Pero la habilidad empática supone la experiencia emocional propia a partir de un estado mental del otro, lo que convierte al autoconocimiento y la autoconciencia en dos grandes imprescindibles. Si no entendemos nuestras propias emociones, ¿cómo vamos a entender las emociones de los demás? 

La empatía y la neurociencia

La investigación sobre la empatía constituye uno de los núcleos principales a partir de los cuales la Neurociencia Social se ha ido considerando durante los últimos años. 

En la empatía intervienen procesos cognitivos que identifican las emociones observadas. Estos procesos cognitivos requieren tanto de la actuación de las estructuras superiores del cerebro (el córtex), como de diversas estructuras del sistema nervioso autónomo relacionadas con la expresión emocional y la sociabilidad, y del sistema endocrino en el que intervienen hormonas como la testosterona o la oxitocina. 

Pero en las últimas décadas se ha abierto otro gran núcleo de investigación dentro de la Neurociencia Social respecto a la empatía: las neuronas espejo. 

Descubierto por Di Pellegrino y su equipo en 1992, las neuronas espejo son un conjunto de neuronas encargadas de imitar las acciones que inconscientemente llaman nuestra atención. Estas neuronas nos permiten sentir empatía, imitar a los demás, así como sentir y saber si alguien nos está mintiendo o engañando.

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Los primeros estudios sobre las neuronas espejo se realizaron en simios (macacos), y localizaron estas neuronas en el córtex ventral premotor (Área F5) y en el lóbulo parietal inferior (área PF). Estas zonas se activaban tanto cuando él propio simio realizaba tareas manuales, como cuando observaba a otros ejecutarlas.

A este proceso se le denominó imitación y pronto se descubrió que las áreas equivalentes del cerebro humano -porción ventral de la circunvolución frontal inferior y la porción rostral del lóbulo parietal, respectivamente- también experimentaban una activación similar, y no solo para tareas manuales, sino en situaciones donde el sujeto tenía que representar las intenciones y los estados mentales de los otros.

Las neuronas espejo se relacionan con la representación de la acción, pero recientes investigaciones ponen en duda que, por sí solas, faciliten la comprensión de los otros y sus intenciones. Este sería un aspecto muy relacionado con el componente cognitivo de la empatía y con la teoría de la mente que las neuronas espejo no pueden resolver. 

Por último, el mecanismo neural por el cual es posible procesar y comprender las emociones de los otros radica en la actividad conjunta del córtex cingulado dorsal anterior y de la corteza insular (encargada esta de conectar el sistema límbico a las zonas espejo). Precisamente en esas zonas subcorticales como la amígdala, los córtex orbito-frontales, el hipotálamo y el hipocampo radicaría los procesos afectivos de mayor importancia.