En IPSIA Psicólogos Madrid hemos constatado que la felicidad es uno de los objetivos más buscados en nuestra sociedad. También, desde luego, de los más legítimos. Es normal aspirar a liberarse del sufrimiento y vivir una vida más plena, y no como algo ocasional y en momentos aislados, sino cómo una disposición estable.
Una de las personas más inspiradoras en ese sentido es el científico y monje budista Matthieu Ricard. En su juventud, Ricard fue una de las figuras más prometedoras de la Biología Molecular, pero tras doctorarse en el Instituto Pasteur decidió abandonar ese camino y dedicarse a la práctica del budismo tibetano. Viajó al Himalaya y se convirtió en discípulo de Kangyur Rinpoche y más tarde de Dilgo Khyentse Rinpoche, maestros de una de las tradiciones más ancestrales del budismo.
Desde entonces, Matthieu Ricard ha dedicado mucho tiempo a la divulgación en Occidente de las enseñanzas budistas y el mindfulness, mediante libros como En defensa de la felicidad, El arte de la meditación, o las conversaciones con su padre, el pensador Jean François Revel, tituladas El monje y el filósofo. Pero su fama se disparó cuando se le comenzó a conocer como “El hombre más feliz del mundo”.
El origen de este sobrenombre se encuentra en un estudio llevado a cabo en la Universidad de Madison-Wisconsin, en el que Matthieu Ricard participó. Con 256 sensores adheridos a su cráneo, se monitorizó su actividad cerebral. Los hallazgos fueron asombrosos: el cerebro del monje mostraba un mayor nivel de ondas gamma, relacionadas con la atención y el aprendizaje, y una actividad inusualmente alta en el córtex prefrontal izquierdo, asociado al bienestar y las emociones positivas. Entre centenas de participantes en el estudio, que habían puntuado entre +0,3 (muy infeliz) y -0,3 (muy feliz), Ricard puntuó nada menos que -0,45.
El estudio fue conducido por Richard J. Davidson, uno de los investigadores más renombrados en el campo de la neuroplasticidad. Como demuestran sus hallazgos, el cerebro no es una estructura invariable, sino que está evolucionando de forma constante según cuáles sean nuestras experiencias. Eso significa que podemos mejorar de forma consciente nuestra capacidad para sentirnos mejor con nosotros mismos y con lo que nos rodea. Como el propio Matthieu Ricard dice, “Si puedes aprender a montar en bicicleta, puedes aprender a ser feliz”.
Algunas personas pensarán con escepticismo que es normal que Matthieu Ricard, que ha dedicado su vida al budismo, sea más feliz que la mayoría, y que ese bienestar no está al alcance del resto de nosotros, inmersos en las demandas de nuestra vertiginosa sociedad. Sin embargo, como demostró la misma investigación en que participó Ricard, incluso personas que llevaban practicando mindfulness apenas tres semanas, veinte minutos al día, obtuvieron resultados por encima de la media. No eran monjes budistas, sino individuos normales y corrientes que se habían beneficiado del gran potencial del mindfulness.