¿Qué es el trastorno de apego reactivo y cómo salir de él?
El trastorno de apego reactivo es una condición mental provocada. Los malos tratos, las peleas, los gritos, los insultos, la falta de cariños durante el período de infancia inciden directamente en el alojamiento de este trastorno en los niños.
Este desorden mental aparece usualmente como causa de abusos físicos, psicológicos o emocionales durante los primeros años de vida.
Los besos, las caricias, los halagos, los abrazos y el afecto en general, todo esto lleva algo que los relaciona: que el cariño es su motor de fuerza.
Además, cada uno de estos gestos despierta en quien lo recibe aires de calidez y amor. Si nos detenemos un momento a imaginar que jamás en nuestras vidas recibimos alguno de ellos, ni siquiera durante nuestra infancia, ¿cómo se siente? O que quizás los recibimos, pero sin que se expresara ninguna forma de cariño ni emoción, entonces ¿cómo nos sentiríamos respecto al mundo en que vivimos?
Si hacemos a un lado esto y también consideramos en que nunca nos hemos sentido prioritarios o tomados en cuenta para quienes nos rodean y además por quienes más apreciamos y queremos, ¿cómo nos relacionaríamos con los otros?
El trastorno de apego reactivo y la experiencia de cada uno
Es de esperar que todo esto nos genere muchas consecuencias en la forma que establecemos relaciones con los demás y con nosotros mismos en nuestra vida adulta y personal.
Estas consecuencias se traducen en limitaciones severas que marcan y entorpecen el desarrollo de nuestras personalidades y de sociabilización. Esto debe darse con naturalidad en una sociedad globalizada como la que nos rodea. Las personas con trastorno de apego reactivo padecen todo lo mencionado.
El trastorno de apego reactivo está íntimamente relacionado con fracturas emocionales y elementos de estrés. Se trata de un nuevo trastorno, incluido en la última versión del manual de psicología clínica y psiquiatría de referencia, el DSM 5.
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Esta afectación se caracteriza por presentar una conducta de inhibición sentimental y de afecto hacia quienes son responsables del niño y se les supone como seres queridos. Los infantes evitan el contacto físico y emocional, aún en situaciones de nerviosismo o temor. Se sienten desvalorados y sin vinculaciones afectivas.
La causa principal de este desasosiego, representado en el trastorno de apego reactivo, se halla en malas o deficientes prácticas parentales, como no suplir las necesidades físicas, de cobijo y de atención y cariños que los bebés tanto necesitan.
Suele ser frecuentes en familias desestructuradas, en casos de violencia intrafamiliar, abusos sexuales (dirigidos o no al menor, pero que son presenciadas por él). Además, se presenta en menores que han pasado por diversos cuidadores debido a temas de custodia, o aquellos que han crecido en instituciones como orfanatos.
Entre las mejores alternativas para el tratamiento de este trastorno en menores se encuentra, sin duda, la terapia familiar. Lo que se pretende es fortalecer el vínculo afectivo entre padres e hijos (o menores y sus cuidadores) para mejorar la autoestima del niño y sus capacidades de sociabilización.