Pensamientos y emociones para gestionar
¿Cómo gestionar las emociones? Muchos de nuestros pensamientos surgen de una manera mecánica.
En ocasiones tienen fundamento y en otras no; son interpretaciones de la realidad. Solamente en ocasiones son fruto de un razonamiento y en otras no.
El pensamiento no es la realidad, ya que nos incita a sentirnos de una manera determinada frente a lo que sucede, y en muchas ocasiones nos lleva a equivocaciones.
El pensamiento puede decirnos que un problema es una molestia. Pero también nos podría decir que es una oportunidad, un reto. En cambio, esto se consigue solo cuando nos atrevemos a cuestionar esas ideas y no a dejarnos llevar por ellas.
Las emociones son reacciones naturales con las que nos colocamos en alerta ante diversas situaciones que implican peligro, frustración o amenaza.
Los componentes centrales de las emociones son las reacciones fisiológicas y los pensamientos. Las emociones tienen un sentido biológico de supervivencia, una función de evolución.
La amígdala es la parte del cerebro encargada de disparar las emociones, como una respuesta automática en forma de huida frente una amenaza.
Por eso es muy complicado controlar mediante nuestra fuerza de voluntad el origen de tus emociones, porque significaría anular esta respuesta para la que estás programado de forma genética.
Los psicólogos de Ipsia Psicología te ayudarán a gestionar las emociones.
¿Por qué es tan importante saber gestionar las emociones?
Es importante que adquiramos algunas habilidades o destrezas para poder manejar las emociones, ya que una intensidad desorbitada puede hacer que las personas las vivan como estados sumamente desagradables o les lleven a realizar conductas indeseables.
Este tipo de respuesta emocional es, por consiguiente, necesaria. En cambio, en algunas personas no está correctamente regulada y puede ocurrir lo siguiente:
- Se dispare en situaciones donde no existe una alarma real, originando ansiedad.
- No sea capaz de activarse con el paso del tiempo, como en la depresión, ya que, por algún motivo determinado, el cerebro entra en modo de supervivencia y se queda anclado ahí.
Cuando estás en fase de lucha y huida y la amígdala ha tomado el mando de tus actos, normalmente ya es demasiado tarde. Por eso debemos aprender a actuar antes.
Hay que acostumbrarse a detectar aquellas señales que nos indican que vamos camino de no poder dominar nuestras emociones.
Solamente nosotros podemos llevar controlado nuestro propio entrenamiento emocional.
¿En qué nos ayuda la Inteligencia Emocional?
Ayuda a mejorar el conocimiento de uno mismo y de nuestras emociones:
- Tomar decisiones más acertadas.
- Mejorar el rendimiento en el trabajo y la productividad
- Reducir y proteger contra el estrés, depresión y ansiedad.
- Ayuda a favorecer las relaciones interpersonales y la empatía
- Mejorar el desarrollo personal y la capacidad de influencia y liderazgo
- Ayudar a favorecer el bienestar psicológico
- Aumentar la motivación y ayuda a alcanzar las metas
- Dormir mejor
Las diversas técnicas de gestión emocional nos facilitan pautas adecuadas para canalizar la tensión del día a día, las presiones y ese estrés que reduce nuestro potencial, así como la creatividad y la calma.
No tenemos que olvidar que, aunque las emociones formen parte de nuestra vida, tener el conocimiento de regularlas es la clave para dar forma a una realidad más satisfactoria en oportunidades.
Te mostramos siete técnicas de gestión emocional
- Situaciones que evitar y que afrontar
Las emociones suelen ocurrir porque un estímulo externo las despide.
No siempre podemos controlar todo aquello que acontece en nuestro día cotidiano. Pero hay situaciones que sí están bajo nuestro control y que podríamos evitar para ganar en bienestar personal.
- Dirige tu atención a otro sitio
Tenemos que aprender a desplazar nuestra mirada del entorno inmediato y su complejidad para dirigirla hacia nuestro interior. Evitar la rumia mental.
- Mejora tu autocontrol situando tu mirada en el futuro próximo
Piensa en mañana, en la semana que viene. Si sitúas en el futuro próximo objetivos positivos y enriquecedores, hallarás mayor motivación en el presente.
Haz uso de la reafirmación, recuerda tus virtudes y tus éxitos del pasado.
- Nota mental: las preocupaciones quedan relegadas a un solo momento del día
Cada vez que una preocupación aparezca en nuestra mente, tendríamos que posponerla. Dejarla para más tarde y optar por establecer un momento del día cuando estés en calma y relajado, una hora donde puedas reflexionar y dar solución a esas dificultades.
- Pregunta con respuesta: ¿Qué es lo peor que puede suceder?
En ocasiones nos obsesionamos con determinados concretos hasta el punto de darnos la cabeza contra la pared y nos quedamos atrapados sin salida.
Debemos preguntarnos qué puede ocurrir si nuestro miedo acontece, pero hagámoslo de la manera correcta, añadiendo una solución al problema. A todos nos sucede en algún momento.
- La meditación como forma de relajar mente y cuerpo
La meditación es una muy buena técnica de gestión emocional; pero para dar frutos es una estrategia que requiere de la práctica frecuente y con constancia.
Es muy eficiente para regular los pensamientos intrusivos, rebajar el estrés, mejorar la atención y canalizar la ansiedad de nuestro día a día.
La clave para verlos está en la paciencia, de la que se deriva la constancia.
- Encuentra tu vía de escape, un canal de expresión
Hay quien encuentra su refugio y canal de expresión emocional mediante la escritura.
Otros pintan o dibujan como técnicas de gestión emocional. Otros salen a correr, porque necesitan abrazarse por el silencio o un entorno de naturaleza.
Hay personas que encuentran mejoría al tomar un café con las buenas amistades, ir al cine, escuchar música, leer o pasear con sus mascotas.
Conclusiones de gestionar las emociones
En definitiva, para gestionar las emociones de una manera eficiente, necesitamos controlar nuestras destrezas emocionales, debemos tener consciencia de uno mismo.
Gestionar las emociones de manera inteligente significa canalizarlas para lograr mantener el equilibrio y la armonía.
De esta manera conseguiremos dar un rumbo constructivo a ese mundo subjetivo, poniéndolo a nuestro favor y no en contra nuestra.
Con las emociones en calma somos capaces de trazarnos objetivos y lograrlos. De tener relaciones sanas con los demás y poder dar lo mejor de nosotros mismos. Lograrlo solo exige perseverancia y decisión.
Aprender a gestionar las emociones implica estar plenamente despiertos. Atentos y enfocados hacia nuestro mundo interno.
Seguramente el comienzo sea difícil, pero los beneficios son tan grandes que merece la pena intentarlo.