Adolescencia
La adolescencia es una etapa repleta de cambios y nuevos retos en diferentes ámbitos: a nivel físico, psicológico, académico, relacional, etc. Es un periodo de transformación, de transición y de resolución de nuevas experiencias.
Los cambios a nivel físico se observan con la aparición de los caracteres secundarios sexuales, como el crecimiento del vello o el ensanchamiento de espalda y cadera; los efectos de las hormonas que los impulsan también se reflejan en el estado de ánimo del adolescente, aunque estas fluctuaciones no son tan evidentes o comprensibles.
Retos del adolescente
Escritores como Erikson, Perkins y Piaget han conceptualizado los distintos retos psicológicos que tiene que resolver el adolescente en su evolución hacia la edad adulta. Erikson destaca la identidad como la finalidad principal en esta etapa, consiguiendo en este camino una sensación de independencia y de control.
También puntualiza las relaciones sociales como el elemento más importante durante este periodo, mientras que en etapas anteriores la escuela y la familia tenían más relevancia.
Perkins y Piaget destacan el paso del pensamiento del niño al adolescente como el tránsito de lo concreto, a lo abstracto pensamiento más elaborado, integrando estas ideas: los buenos no son tan buenos, y los malos no son tan malos.
Esta etapa es un escenario de conflicto entre la dependencia que los jóvenes aún tienen de sus padres y la creciente necesidad de autonomía, libertad y de construcción de un proyecto vital propio. Una etapa de aprendizaje, desarrollo y adquisición de tácticas necesarias para afrontar los retos de la vida adulta, en la que puede haber cuestionamientos de los valores familiares y sociales antes de acabar de hacerlos propios.
Idea de la muerte
La idea de la muerte empieza a adquirirse alrededor de los 8 años de edad, consiguiendo un conocimiento más evolucionado una vez iniciada la adolescencia. Pensar y reflexionar acerca de la idea de la muerte es una conducta normal, muchas veces motivada por el fallecimiento de algún familiar, amigo o mascota, o a raíz del propio estudio del ciclo de la vida.
Pensar en la muerte es a menudo un pensamiento normal, que puede tener cualquier persona ante una situación especialmente dolorosa, difícil de afrontar o para la que no se encuentra salida.
Hipersensibilidad del adolescente
En la adolescencia es muy común vivir estas situaciones difíciles y dolorosas con mayor intensidad que en la edad adulta, tanto por el momento vital de la persona, como por la falta de experiencias previas. Por lo que, los pensamientos de muerte en la adolescencia son más habituales de lo que creemos. Afortunadamente, la mayoría de ellos se resuelven en la propia intimidad del adolescente, sin mayor repercusión ni escalada de gravedad.
En cambio, hay experiencias que ponen al adolescente en una situación vulnerable, ya sea por la gravedad de la situación, por su condición de larga duración, o por traer acumuladas una serie de experiencias estresantes o de sufrimiento durante la infancia.
Estas situaciones pueden ser diversas y varias al mismo tiempo: conflictos relacionales con iguales, problemas de vinculación y de aceptación en grupos de pertenencia, problemas familiares o ruptura familiar, problemas académicos, problemas relacionados con enfermedades orgánicas o mentales, fallecimiento de familiares o personas significativas, etc.
Es en estos adolescentes en los que pueden darse con mayor frecuencia conductas relacionadas con la muerte. Cuando hablamos de conducta suicida, nos referimos a todo acto que tenga en algún grado una intención de morir. Se puede manifestar de diferentes maneras: ideas relacionadas con la muerte, planificar la forma de morir, realizar algún tipo de preparativo o incluso llegar al acto con finalidad suicida.
Factores de protección
Los elementos que han sido identificados como protectores para evitar que estos pensamientos de muerte empeoren, y su paso a tener deseos de morir o de acabar con la propia vida, son:
-Una buena comunicación familiar
-La participación en actividades familiares
-La vinculación a grupos de pertenencia o a proyectos
-El sentimiento de ser útil y valorado por las personas significativas, tanto familia como grupos de iguales.
Signos de alarma
Si usted observa que su hijo adolescente manifiesta:
-Desesperanza acerca del futuro, pensamientos catastrofistas del tipo “la vida no merece la pena,” “nada va a cambiar”.
-La ausencia de proyectos vitales a corto o medio plazo.
-Bajo estado de ánimo, sentimientos de tristeza, minusvalía y baja autoestima.
-Modificación de hábitos, del sueño, la alimentación o disminución del rendimiento académico.
-Dificultades para compartir el malestar o sufrimiento con familia y/o amigos.
-Aislamiento en domicilio y poca comunicación con familiares o amigos.
-Cese de actividades que antes realizaba, o incapacidad de disfrutar de las mismas.
-Autolesiones (cortes en antebrazos, muslos…), normalmente realizadas con la finalidad de regular emociones negativas.
-Sufrimiento relacionado con acoso escolar (bullying), o dificultades para establecer relaciones sociales duraderas.
-Destapar o expresar experiencias traumáticas (abuso sexual, maltrato…) que generan mucho sufrimiento.
-Desbordamiento emocional desproporcionado ante situaciones conflictivas o ausencia de recursos para hacerles frente.
¿Qué debemos saber?
La prevención del suicidio es una prioridad para la Organización Mundial de la Salud (OMS), y por extensión para todos los servicios de salud.
La mayoría de personas que presentan conducta suicida tienen una buena evolución si disponen de ayuda profesional.
Los profesionales de la salud sabemos del sufrimiento de los adolescentes, nunca pensamos que la expresión de este tipo de ideas o intenciones sea una llamada de atención, lo consideramos una petición de ayuda y les recomendamos que como padres también se tomen en serio estas peticiones de ayuda.
¿De qué forma debemos actuar?
El profesional a quien dirigirse en primera instancia es su pediatra o su médico de cabecera, quien le ayudará a valorar la gravedad de la situación y le remitirá al profesional adecuado, normalmente del ámbito de la salud mental.
Si se encuentra ante una situación de urgencia, también puede contar con los servicios de urgencias de su hospital de referencia, y en última instancia con los teléfonos de emergencia de su Comunidad, 112.
Detección fuera de casa
En la detección, todos tenemos mucho que aportar, y no sólo en referencia a nuestros hijos. Los colegios y otros centros de encuentro menos formales también son muy importantes, tanto en la detección como en la prevención del suicidio.
Oportunidades y contagio en el entorno tecnológico
A día de hoy, el mundo de los adolescentes tiene más dimensiones que en otras generaciones. Los adolescentes se relacionan en las redes sociales, un mundo en el que ellos son expertos.
Esta realidad ha aumentado notablemente la complejidad del escenario de desarrollo de nuestros adolescentes, con una paradoja difícil de gestionar y de alguna manera, relacionada con la intimidad. Por una parte, los adolescentes tienen un acceso ilimitado a la información, indistintamente si están o no preparados para procesarla; y por otro lado cuentan con unas herramientas de difusión masiva y de exposición de aspectos que deberían permanecer en su intimidad.
Ante esos retos actuales y en espera de concretar guías de actuación más generalizadas, en adolescentes en situación de vulnerabilidad se recomienda supervisión parental, junto con el propio adolescente, de la utilización que hace de estas redes sociales.
No sólo para protegerlo de la influencia externa, sino también para evitar que hagan apología o provoquen el contagio de este tipo de conductas suicidas.
Conclusiones
Las acciones e ideas suicidas siguen teniendo un carácter multifactorial y las estadísticas de suicidio van en aumento en todos los países del mundo, sobre todo en la población joven; esto afecta a todo el núcleo familiar y su contexto.
Los jóvenes que cuentan con menos herramientas para afrontar y resolver los problemas, son más susceptibles a presentar el fenómeno. El suicidio tiene distintas implicaciones socioculturales y sociopolíticas y es un proceso que inicia con la idea suicida, y el intentarlo ya se convierte en un factor de riesgo importante para consumarlo.
La idea suicida y el intento suicida son más habituales en la población femenina y el abuso sexual es un aspecto ligado de importante relevancia. En los jóvenes en general, los estilos parentales, los vínculos y los diferentes roles que se asumen en una familia son vitales y estas relaciones pueden ser las que den sentido a sus vidas o que, por el contrario, los lleven a los actos suicidas.
Aunque muchos estudios muestran la ansiedad, la depresión y otros trastornos mentales en los jóvenes, no se puede derivar de ello que los comportamientos suicidas son exclusivos de las personas que padecen enfermedades mentales, ya que son muchos los factores que se asocian, como las condiciones económicas, el rendimiento académico, las interacciones y relaciones de los jóvenes con su contexto, las relaciones de pareja, la misma condición de adolescentes, el abuso sexual, el abandono, el desempleo, la violencia, la falta de oportunidades, un menor apoyo social percibido, etc.
Es importante tener en cuenta que, en los adolescentes, puede haber conductas lesivas no suicidas, ideas autolíticas, tentativas de suicidio y suicidio consumado; por esto, se recomienda explorar la intencionalidad, si hay realmente ganas de irse, o son formas de llamar la atención hacia un sufrimiento intenso sin intención real suicida.
Es de vital importancia investigar con una mirada social; aunque existen estudios desde este enfoque, es indispensable continuar trabajando, puesto que analizar la subjetividad, las interacciones, los vínculos y los roles particulares de los implicados puede dar un panorama distinto que lleve a repensar el fenómeno con miras a una intervención adecuada, que oriente a los jóvenes hacia una apuesta por la vida.
La escucha y el apoyo social (familia, amigos, padres, profesores, etc.), son determinantes en la prevención y de la misma manera que se generen políticas de inclusión y oportunidades para ellos.
Nuestros psicólogos de adolescentes utilizan las técnicas más eficaces dependiendo de la evaluación:
- Terapia Cognitivo Conductual
- EMDR
- Mindfulness
- Hipnosis
- Técnicas proyectivas