Todos aquellos estímulos, actividades, conductas, características o personas que le resultan a uno interesantes. Por tanto, la atracción tendrá una íntima conexión con el deseo. El deseo motiva el interés sexual, mueve a la persona, le proporciona el “motor” mientras que, en la atracción ya hay un interés, ya hay un valor erótico en aquel estímulo o persona y por ello nos sentimos atraídos hacia éstos. Es diferente sentir deseo sexual, que se origina en uno mismo a sentirse atraído por una característica propia de alguien, por ejemplo:
- Siento que estoy en una época con un alto nivel de deseo sexual. (Parte de uno)
- Me siento atraído por el sentido del humor de esa persona. (Parte de un agente externo)
La atracción puede ser muy amplia (a diferencia del enamoramiento), uno se puede sentir atraído por muchos estímulos pero…, ¿por qué nos atraen determinadas personas?
Hay muchas motivaciones actualmente detrás de la atracción, influyen numerosos factores, tantos como individuos. Nos sentimos atraídos por otras personas porque, entre otras razones, pretendemos a través de este sentimiento (y comportamiento enfocado a ello), disfrutar de las relaciones interpersonales, afectivas y sexuales, logrando así la satisfacción de estas necesidades y un bienestar global.
Las diferentes sociedades y culturas influyen en los referentes que recibimos como atractivos, es decir, aprendemos que unos determinados modelos por determinadas razones nos deben resultar deseables, estos modelos evolucionan y cambian a lo largo de los años por lo que sería interesante reparar en aquellas preferencias propias y deseos particulares de cada uno, tomar conciencia de ellos.
Algunas características que se han estudiado y que pueden indicar un porqué al sentimiento de atracción son:
- Cuidado de la salud.
- Dar placer y recibir placer.
- Habilidades sociales.
- Ponerse en el lugar del otro.
- Respetar y cuidar la diversidad, aquellas diferencias que nos caracterizan.
- Atender a los propios valores.
- Factores difíciles de concretar como son los gestos, las posturas, la distancia personal – contacto íntimo, la mirada, el tono de voz, etc.
- La novedad también influye, la rutina puede hacer perder valor erótico a los estímulos que antes resultaban atractivos.
- Confianza y seguridad en uno mismo.
- La capacidad para intimar.
- La capacidad para facilitarle al otro el intimar.
La atracción facilitará la interacción con el otro y motivará el interés en éste. Si los encuentros con la otra parte resultan agradables y positivos, la atracción aumentará. Así y a partir de aquí, se podrán vivenciar relaciones con los demás de manera saludable y beneficiosa, satisfaciendo las necesidades afectivas e íntimas de ambas partes.