La práctica de Mindfulness en el dolor crónico por una vida mejor
Ante el mínimo indicio de dolor, la mente tiende a entrar en conflicto y tensión. Un intenso deseo de renuencia ante este estímulo comienza a recorrernos, lo cual es sumamente comprensible. Es entonces cuando caemos en la trampa de nuestras mentes, negando el momento presente y lo que este trae consigo. Boicotear la trampa es posible. La meditación ha sido una respuesta ante la frustración de muchos pacientes. La aplicación de Mindfulness en el dolor crónico funciona como la alternativa ideal para apoyar a quienes padecen.
Las prácticas de atención plena fundamentan su sentido en el establecimiento de un propósito simple, prestar atención al momento presente. Esto permite refrescar la forma como vemos nuestro entorno con nuevos ojos. Librándonos de expectativas y juicios.
De esta forma, en vez de concentrarnos en el deseo necio de que el dolor cese, nos abrimos a sentir el dolor con curiosidad. Permitiendo la energía fluir con naturalidad y aceptando el dolor.
Tal enfoque es distinto al que adopta nuestro cerebro de forma natural. Logrando controlar nuestra respuesta instintiva, minimizando los juicios y pensamientos negativos que se diseminan tras sentir aflicción. De esta forma es posible hacer frente al dolor con Mindfulness y controlar la sensación fisiológica que de este deriva.
Empezamos por reflexionar acerca de cuánto detestamos el dolor, haciendo énfasis en el deseo de verlo irse. Esto empeora la situación. De hecho, los pensamientos negativos y los juicios se hacen tóxicos y alimentan el dolor. Alimentando también la resistencia que genera ansiedad y depresión.
La tormenta que se genera tras la búsqueda constante por calmar el dolor empeora la situación. Estas ideas se hacen frecuentes y nos obsesionan, generando un sentimiento de frustración que incrementa siempre que el dolor pesista.
¿Qué puedo aprender tras la práctica de Mindfulness en el dolor crónico?
Las enseñanzas obtenidas tras las prácticas de atención plena abren las ventanas de la percepción ante lo que experimentamos. De tal forma que con la mente abierta, en vez de negar el estímulo, lo aceptamos con curiosidad.
Otra cualidad importante desglosada de la práctica de Mindfulness ante el dolor, es la capacidad que obtenemos para dejar de lado cualquier anticipación o expectativa a la realidad. Generalmente cuando depositamos nuestra fe en algún elemento que alivie nuestro dolor y este no funciona, nuestra mente se alarma. Dándole rienda suelta a pensamientos negativos que nos predisponen a pensar que nada funcionará.
El planteamiento entonces de ser consciente y humilde. El compromiso con nuestro dolor no busca que el objetivo sea reducir al mínimo nuestra sensación de dolor, sino aprender a lidiar con él. Aceptándolo podremos aprender a relacionarnos de una mejor manera y a controlarlo.
Una mente orientada al logro desencadena una serie de procesos negativos al no obtener el éxito en todo. Lo ideal es orientar nuestros pensamientos al aprendizaje. A la apertura racional de la experiencia. Los frutos tras incorporar la práctica de Mindfulness en el dolor crónico te permitirán prestar atención a ese estímulo con un mejor semblante. Preguntándote qué puedes aprender de tu dolor, y atendiéndote emocionalmente.