El Trastorno por Déficit de Atención con o sin hiperactividad (TDA – TDAH), comienza en la infancia y se caracteriza por dificultades para mantener la atención, controlar los impulsos y un nivel excesivo de actividad. Realmente son características comunes en los niños, y de hecho es así.
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La diferencia está en que aquellas personas quienes presentan el trastorno muestran mayor intensidad y frecuencia de las mismas, e interfieren con su funcionamiento diario. Es común que la intensificación puntual de una de estas conductas responda a conflictos psicológicos o emocionales, y no a la presencia de un TDAH. Por eso es importante que un psicólogo pueda evaluar a su hijo mediante pruebas psicológicas, como el área cognitiva, la maduración neuropsicológica y el área socio-emocional, así como recabar información sobre la historia del niño y de su familia. Todo esto le permitirá orientarte sobre la forma de abordar el tema más adecuado.
Señales
-Inquietud anormal
-Nula capacidad para controlar sus impulsos
-Distracción constante que interfiere con la culminación de sus actividades
-Desorganización
-Habla en exceso
-Baja autoestima
-Bajo rendimiento escolar
¿Cómo abordamos el TDAH desde la psicologia?
El abordaje psicoeducacional en el TDAH consiste en enseñar al paciente y a su familia cuáles son las principales características del trastorno, y qué se puede hacer para mejorar tanto el comportamiento como adaptabilidad y calidad de vida del niño y de su entorno más cercano.
¿De qué manera se trata el TDAH?
La psicopedagogía resulta muy beneficiosa en el tratamiento de trastornos del neurodesarrollo como la el TDAH. Acudir a un especialista infanto-juvenil es la mejor opción para tratarlo.
El tratamiento psicopedagógico es crucial para poder trabajar áreas como la atención, memoria de trabajo, capacidades visoespaciales, lenguaje, lectoescritura, inquietud motora, hiperactividad, autocontrol y funciones ejecutivas.
Durante el embarazo, evitar el consumo de sustancias que puedan dañar el desarrollo fetal (como tabaco, alcohol, etc.).
Limitar el tiempo del menor frente a las pantallas, sobre todo en los primeros años de vida y antes de dormir.
Fomentar la relajación, practicando ejercicios y juegos que incluyan tanto la calma como el ejercicio físico para trabajar la inquietud motora.
Practicar ejercicios de lectura y de escritura, como un diario en familia, para mejorar la precisión y la comprensión lectora.
Practicar ejercicios como laberintos, búsqueda de diferencias y sopas de letras para trabajar la atención.
Practicar juegos para trabajar la memoria.
Mantener conversaciones sobre las emociones, y jugar a representarlas para trabajar el autocontrol.
Fomentar la tolerancia a la frustración.
Ayudar a que el menor tenga un buen espacio de trabajo para hacer los deberes, limpio, ordenado, con todo el material que necesita, sin distracciones como móvil o juguetes.
Comunicar al tutor del colegio las dificultades del menor.
Fomentar una buena autoestima, recordándole las cosas que hace bien.
El TDAH puede presentarse de tres formas distintas: TDAH con predominancia en déficit de atención, en hiperactividad/impulsividad o combinado.
Según el tipo de TDAH, predominan unos síntomas u otros.
1. TDAH con inatención
-Dificultad para prestar la debida atención a detalles concretos, o habituales descuidos que desencadenan en errores en las tareas escolares u otras actividades.
-Dificultad para mantener la atención en tareas o actividades recreativas, como mantener una conversación.
-Dificultad para mantener la atención cuando se le habla directamente, produciendo en el otro la sensación de no ser escuchado.
-Dificultad para seguir las instrucciones y terminar las tareas escolares.
-Dificultad para organizar actividades.
-Mostrarse reticente a iniciarse en actividades nuevas por miedo a no poder mantener la atención o esfuerzo que merece.
-Mostrarse despistado y suele perder objetos.
-Dificultad para concentrarse si hay estímulos externos.
-Dificultad para recordar las actividades cotidianas o tareas programadas.
2. TDAH con hiperactividad e impulsividad
-Presenta inquietud motora, como la necesidad de juguetear con las manos o los pies, golpearlos o retorcerse en el asiento. Se siente incómodo estando quieto.
-Dificultad para permanecer sentado en situaciones en que se espera que lo haga. Por ejemplo, se levanta en la clase.
-Tendencia a corretear o trepar en situaciones en las que no resulta apropiado.
-Dificultad para permanecer jugando u ocupado en actividades recreativas.
-Tendencia a hablar de forma excesiva.
-Tendencia a responder de forma inesperada o antes de que se haya formulado una pregunta. No respeta el turno de conversación.
-Tendencia a interrumpir o interferir en otros. Por ejemplo, se mete en conversaciones o juegos de otros.
3. TDAH combinado
-El niño manifiesta los síntomas de los dos tipos anteriores. Es decir, de hiperactividad/impulsividad y de falta de atención.
Causas del TDAH
A día de hoy no se conoce el origen del TDAH ni sus posibles causas. Es cierto que varios estudios señalan a la presencia de un componente genético como algo muy significativo. Es decir, son más vulnerables a padecer TDAH los hijos de padres con este trastorno.
Nuestro artículo “¿Tiene tu hijo trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)?”, puede ayudarte.
Otras posibles causas son: Un ambiente familiar hostil familias desestructuradas, relaciones conflictivas, o problemas en el sistema nervioso central durante el momento evolutivo.
Pero la investigación en este campo continúa abierta.
Conclusiones sobre el TDAH
El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que se caracteriza por un patrón constante de inatención o hiperactividad e impulsividad que interfiere en el desarrollo de la persona que lo sufre y en aspectos de su vida cotidiana como las actividades sociales, laborales o intelectuales. Suele diagnosticarse antes de los 12 años pudiendo ser leve, moderado o grave, y puede continuar en la edad adulta.
Ponerse en manos de un profesional de la psicología para abordar el TDAH de una forma funcional.