La pandemia del coronavirus, la viruela del mono, la guerra en Ucrania, crímenes racistas, la crisis de salud mental, son tantas las malas noticias que leemos en la actualidad que es difícil no dejarse invadir por diferentes malas energías, de ahí la fatiga por compasión. Para este tema puedes contar con nuestro centro de psicólogos especialistas en estrés postraumático en Madrid.
El trauma que puede soportar un ser humano tiene un límite, antes de que empiece a deteriorar su salud mental y física. Cuando estás expuesto a un estrés continuado, como nos ha ocurrido a todos en los últimos años, es natural sufrir fatiga por compasión, un tipo de agotamiento por empatía que puede originarse después de estar excesivamente expuesto a acontecimientos negativos.
La fatiga por compasión es diferente según la persona, pero lo primordial es que deja a las personas sintiéndose totalmente agotadas, distanciadas, desconectadas emocionalmente e impotentes.
La fatiga por compasión no aparece de la noche a la mañana. A veces tarda semanas, meses o años, en dejarse notar. Para cuando la mayoría de las personas se dan cuenta, ya lleva un tiempo deteriorando su salud en silencio.
Por regla general, vamos entrando poco a poco en un estado en el que cada vez somos menos capaces de afrontar el estrés de los nuevos acontecimientos y, por lo tanto, cuando recibimos malas noticias, no tenemos la reserva emocional suficiente para hacerle frente, afirma el doctor Sheehan D. Fisher, profesor de Psiquiatría de la Universidad Northwestern.
Te comentamos algunas de las señales de que podrías estar sufriendo fatiga por compasión:
Un cambio de conducta
Algunas personas empiezan a notar un estado de ánimo distinto y a sentirse más irritables en su rutina diaria. Las personas con fatiga por compasión tienden a desarrollar una visión más pesimista del mundo y empiezan a perder la esperanza.
Se sienten infelices, o les cuesta más mantener la compasión o la empatía habituales, afirma Jessica Stern, del departamento de Psiquiatría de la Universidad de Nueva York.
Sensación de fatiga o agotamiento mental
Cuando uno se expone repetidamente a un trauma y se encuentra en un estado constante de lucha o huida, es normal sufrir agotamiento y fatiga, asegura Stern. La fatiga por compasión puede parecer una montaña rusa, con momentos de gran tensión o de verdadero agotamiento.
El agotamiento se impone. Los momentos de tensión se van diluyendo hasta que al final solo queda el agotamiento y la fatiga, dice Stern.
Suele ser más común en las personas que sienten que han perdido el poder de decisión sobre lo que ocurre en su vida. Cuanto más sientan que no tienen forma de arreglar el problema y que el problema no tiene solución, es muy probable que empiecen a sentirse fatigados por ello, porque no sienten que haya una forma de cambiar las cosas, afirma Fisher.
Te comienzan a dar igual cosas que antes sí que te importaban
Según Fisher, la fatiga por compasión puede hacer que las personas eviten situaciones que normalmente les harían sentir estrés o compasión.
Pueden desconectarse de sus entornos sociales y perder el contacto con las actividades que antes les hacían felices.
Indiferencia o complacencia
Con el tiempo, esta desvinculación puede convertirse en complacencia. Las personas llegan a insensibilizarse ante los acontecimientos negativos y pierden la capacidad de sentir empatía. Comienzan a mostrar una respuesta más apagada ante el estrés y pueden cerrarse por completo de manera emocional.
Lo que nos preocupa a veces es que la gente se vuelva tan complaciente que se aleje de todos los problemas en general, dice Fisher.
Stern recomienda identificar dónde te sientes cansado, ya sea en el trabajo, en casa, en tu vida social o con el sueño y la alimentación. Fíjate en qué aspectos de tu vida pueden estar contribuyendo a esa fatiga. Concéntrate en las cosas pequeñas que puedes controlar, dice Stern.
Aunque es importante ser conscientes de lo que ocurre en el mundo, una exposición excesiva puede ser más perjudicial que beneficioso. En algunos casos, puede conducir al resultado opuesto, y mucha gente se desentiende del problema, según Fisher.
Cuidarse también es fundamental e incluye cosas como acudir a tu entorno de apoyo, hacer ejercicio, descansar y cuidar de tu salud física.
Fisher recomienda afrontar la recuperación como si se tratara de un cambio de estilo de vida. Debemos mantener un cierto nivel de bienestar y de autocomprensión de la salud emocional, para saber cuánto puedes asumir o no, y cuándo puede asumir más.
Si eres capaz de hacer modificaciones en tu estilo de vida y ajustar los factores que han estado produciéndote fatiga por compasión, probablemente te recuperarás antes, dice Stern.
Nuestro artículo » Estrés psicológico y social «, puede ayudarte con el problema.
Hace falta tiempo para recuperarte de la fatiga por compasión: un par de semanas o de meses haciendo las cosas bien, confirma Stern. Si pruebas estas cosas y la fatiga persiste o empeora, es mejor que hables con un profesional de la psicología que pueda evaluar si estás sufriendo fatiga por compasión o quizás otro problema más serio.
Conclusiones
La fatiga por compasión se relaciona con síntomas psicológicos como el miedo, culpa por no poder ayudar o salvar a los pacientes, estrés, ansiedad, desesperanza, desinterés, falta de atención y anhedonia, entre otros; también con síntomas fisiológicos y somáticos como agotamiento, falta de energía, insomnio, dolor.
Te damos siete buenas recomendaciones para mejorar la fatiga:
-Investigar el origen del cansancio.
-Ejercicio a diario. El deporte nos da energía.
-Dormir lo suficiente.
-Alimentarte correctamente.
-Hidratarte.
-Relajarte y regalarte tiempo para ti.
-Comenzar el día con energía.
Consecuencias de la fatiga
Existe un mayor absentismo de los trabajadores fatigados. Aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Disminuye el estado de alerta y vigilancia aun durante turnos diurnos. Estrés, desmotivación, desarrollo de diferentes patologías.
La fatiga por compasión también puede producir cambios en la función cognitiva, lo que afecta a la capacidad de las personas para pensar con claridad y tomar buenas decisiones, según muestran diferentes investigaciones.