Psicología infantil: rabietas
Las rabietas en los niños son su forma de manifestarse y de pedir aquello que desean y, también su manera de querer conseguirlo por todos los medios.
Forman parte del proceso de su desarrollo, por lo que lo extraño sería que un niño no haya tenido ningún momento de rabia, ira o enfado a lo largo de su infancia.
A pesar de todo, ese momento de pataleta en el que los niños gritan y lloran, se tiran al suelo e incluso golpean, resulta una experiencia embarazosa y desagradable para los padres, sobre todo si ocurre en público.
Lo malo es que un día u otro tendremos que vivir algún berrinche de nuestros hijos, pero lo bueno es que podemos controlar la intensidad o frecuencia con la que se producen, aprendiendo a evitarlo y gestionarlo.
¿En qué edades padecen las rarbietas?
Los dos años es la edad en la que las rabietas comienzan a aparecer, siendo sufrida por la mayoría de los niños. Pero recuerda que no debes preocuparte en exceso porque es algo que le ocurre a la mayoría de los padres.
De cuatro a seis años, empieza la fase de transformación en la vida de tu hijo en el que va conociendo su entorno y se forma su personalidad. Es una época de muchos extremos: cabezonería, enfados brutales y gritos parecen la tónica habitual.
Es un tema con lo que los padres tienen que batallar. Empiezan a ser mucho más independientes y creen que tienen el poder de conseguirlo todo por ellos mismos.
Por regla general, estas rabietas en niños tienden a desaparecer sobre los cuatro años, pero hasta que llega ese momento resulta bastante insoportable.
Pero no te agobies, lo que tienes que tener en cuenta es que no es un caso aislado y que le ocurre a la mayoría de los niños en esa edad.
Lo que se debe hacer y lo que no
La rabieta es una forma en la que el niño intenta resolver un problema concreto. Aún no dispone de las suficientes habilidades comunicativas, no de un buen dominio del control emocional para gestionar eso que le incomoda, por lo consiguiente, en lugar de negociar o hablar, recurre a la pataleta.
Te damos una serie de pautas para saber lo que se debe hacer en estos casos:
- Tragarte tu enfado y hacer como si nada ocurriera. Esto les sacará aún más de sus casillas, pero aprenderán que ese no es el modo.
- Apostar por la risa. Haz como que la situación, en vez de ser un completo desastre, te parece graciosa. Comprobarás que, si ve que desvías de tu mente la rabieta, él puede llegar a hacerlo sin ningún problema.
- No seas un mal ejemplo. Intenta controlar tus impulsos, respirar hondo y hacerle ver que se pueden conseguir las cosas de otra forma.
- Respeta sus necesidades. No puedes negarte a todo lo que tu hijo te pida. Procura dialogar y aprender que, en ocasiones, hay que ceder.
- Mantener la tranquilidad y estar sereno cuando tu hijo está gritando ante los demás no es fácil, pero es la manera de ayudar a calmarle.
- Evitar aquello que le cause una rabieta. Si sabes que tu hijo se va a enfadar por algo concreto evita hacerlo, como pasar delante de una tienda de juguetes o algo parecido, si no le vas a comprar nada.
- Dirigir la atención del niño hacia otra actividad. Intenta que pueda olvidar aquello que le causó el enojo, que preste atención a otra cosa. Capta su interés para que olvide aquello que le enfadó.
- Mostrarle cariño. Intenta empatizar con el disgusto que tiene, a pesar de su comportamiento, y abrázale. Muestra comprensión y háblale con palabras cariñosas.
- No permitas que haga daño. Cuando una rabieta pasa a niveles elevados e intenta agredir a otros o hacerse daño a sí mismo, tienes que evitarlo. Si está muy alterado, deja que se calme poco a poco mientras le acaricias.
- Darle alternativas. Si ves que va a enfadarse porque no podéis quedaros en el parque, por ejemplo, ofrécele otra opción, siempre con otra.
- Hablar con él. Cuando esté calmado, habla con él de lo que hizo mal, de su comportamiento. Ayúdale a encontrar mejores maneras y más eficaces de comunicar sus deseos y necesidades.
Y te damos ahora los modelos a seguir de lo que no debes hacer ante una rabieta infantil:
- Zarandear, gritar o reprender al niño verbal y físicamente. De esta forma, le estarás enviándole un mensaje contradictorio. No puede dejar de gritar si tú le hablas a gritos. Aparte de esto, puede contribuir a aumentar el efecto de la rabieta ya que se pondrá todavía más nervioso.
- No intentar cuando está con una rabieta. Si tiene un ataque de enfado o ira, los niños no se encuentran en disposición de oír sermones o de atender a tus argumentos. Es aconsejable dejar las enseñanzas para cuando esté tranquilo y pueda escucharte.
- En este caso, no se trata de mirar hacia otro lado mientras el niño llora y patalea en el suelo. Debemos acercarnos, ponernos a su altura, abrazarle y hablarle tranquilamente con cariño.
- Demasiadas prohibiciones conducen a una rabieta. Deja siempre un espacio para la negociación y para moverse dentro de sus propios gustos. Pero siempre conscientes de que hay cosas innegociables.
- Sin rendirte. Si cedes ante una rabieta del niño no es la mejor forma de manejar la situación. Tienes que ser constante y mantener la misma actitud siempre: tranquilo durante la rabieta y dialogante tras ella.
Conclusiones
El tema es complejo, nos sentimos mal si no le hacemos caso, pero si se le concede más libertad lo puede utilizar a su favor. Te damos una serie de consejos para las rabietas en los niños.
- Dependerá siempre de la personalidad del niño, la existencia de más o menos rabietas.
- Debes mantener siempre una actitud firme y sin darle apenas importancia. No te debilites y verás como al final saben que esa no es la solución.
- Por regla general, el nivel de las rabietas se puede venir arriba durante los siguientes días. Pero tranquilo porque al final se cansará.
- Las rabietas en niños cansan mucho. Y no solo a los padres, porque a ellos les produce un desgaste emocional y físico que hace que se calmen a los 5 o 10 minutos. Con paciencia ya verás como el tiempo cada vez es menor.
La crianza de los hijos es una tarea complicada que, a veces, puede dejarnos en situaciones públicas muy embarazosas.
Es una fase clave para educar a tu hijo a autocontrolarse, además de ciertas normas de buen comportamiento.
A medida que el niño crezca, obtendrá más técnicas de afrontamiento y comunicación y utilizará otras maneras menos embarazosas de expresar sus sentimientos y las rabietas probablemente disminuirán.
Las rabietas son normales entre los 2 y los 4 a 6 años de edad. Es algo por lo que la mayoría de los padres pasan.
Debes armarte de paciencia ya que todo pasa, te lo aseguramos. En nada las rabietas en niños serán cosa del pasado.
Los niños que tienen pataletas, bien sea por cansancio o por aburrimiento, están intentando lograr algo que desean. Quieren comunicar el sentimiento y la emoción que les produce un determinado acontecimiento mediante llantos, gritos, etc. Aprende a gestionar estos comportamientos.
Sin embargo, si ves que la situación llegase a ser insostenible, te recomendamos que recurras a la ayuda de un profesional especializado.
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