Recuerdos del pasado
El hombre se ha visto atormentado, a lo largo de los siglos, por recuerdos que le han llenado de temor y miedo, sentimientos de impotencia, rabia, odio y venganza, y una acuciante sensación de pérdida irreparable. El trauma ha estado y continúa estando en el foco de la experiencia humana. El trauma con la técnica EMDR ayuda a dirigirnos al trauma desde sus comienzos.
A pesar de la preferencia humana por infligir sufrimiento y daño a los demás, es cierto que también somos capaces de sobrevivir, adaptarnos y, con el tiempo, transformar las experiencias traumáticas que nos haya tocado vivir. Los terapeutas más experimentados usan esta capacidad innata de resiliencia y sanación para reforzar su trabajo con aquellos que sufren a consecuencia de un tema abrumador o que han puesto sus vidas en peligro.
Entre estos incidentes se encuentran los ataques, las guerras, el acoso, el abuso, los accidentes, los procedimientos médicos invasivos, las catástrofes naturales o presenciar un accidente grave o la muerte repentina de un ser querido.
Todas estas sacudidas al organismo pueden modificar el equilibrio psicológico, biológico y social de la persona hasta el punto de que el recuerdo de un suceso concreto llega a envenenar y dominar el resto de las vivencias, destrozando el reconocimiento del tiempo presente.
Los recuerdos del pasado resultantes interfieren con la habilidad de centrarse de manera eficiente tanto en las situaciones nuevas como en las conocidas. Cuando prestamos atención selectiva a los hechizantes recordatorios del pasado, el reposo se convierte en el enemigo y la vida pierde su color.
Quizá ningún aspecto del campo del trauma entrañe mayor confusión que el papel que desempeña la memoria traumática tanto en la patología como en la sanación. De hecho, los estudios realizados por diferentes laboratorios parecen ser contradictorios. Aparte, los profesionales clínicos y los académicos rara vez se comunican entre sí, lo cual es muy lamentable. Y lo que es más importante, la memoria traumática se diferencia de forma radical del resto de las formas de memoria, lo que crea la posibilidad de confusión y aplicación incorrecta de técnicas terapéuticas.
Las personas necesitan encontrar sentido a sus recuerdos obsesivos y desean averiguar cómo hacer las paces con ellos. Los ensayos científicos y clínicos juegan un papel vital de la memoria en la gestión de nuestras vidas, sus desconcertantes incertidumbres y qué necesitamos para entender todo esto.
Empezamos esta exploración con la idea de que la memoria tiene muchas formas, las cuales se diferencian entre sí de manera radical, tanto en estructura como en funcionamiento. Así mismo, estos distintos sistemas de memoria, que involucran diferentes partes del cerebro, deben operar de modo cooperativo para garantizar el bienestar y el funcionamiento eficiente. Intentaremos a aprender a hacernos amigos de nuestros fantasmas y liberarnos de su tiranía.
La mayoría de las psicoterapias contemporáneas se hallan bajo la inmensa influencia de Freud y sus discípulos, o se fundamentan en distintos enfoques conductuales cognitivos. Pero el valor de estos métodos para aliviar el sufrimiento humano dentro del ámbito del trauma y las subyacentes huellas de la memoria es limitado.
Aunque ambas corrientes terapéuticas abordan ciertas disfunciones relacionadas con el trauma, no tienen capacidad para llegar al núcleo original de éste. No hacen suficiente hincapié en los importantes mecanismos corporales y cerebrales que quedan afectados por el trauma. Por consiguiente, el instinto y la necesidad humana básica de sanación quedan sin ser totalmente satisfechos.
El trauma solivianta el cerebro, aturde la mente y paraliza el cuerpo. El terapeuta que es testigo de tal desesperación en sus pacientes siente una necesidad apremiante de aliviar de manera eficiente ese sufrimiento. A medida que las distintas técnicas son más conocidas, y se enseñan y practican, cada vez más terapeutas se interesan por trabajar con los recuerdos traumáticos.
Estos diferentes enfoques han surgido en el siguiente orden cronológico: mesmerismo, hipnosis, análisis, exposición, experiencia somática, desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR), y diversas psicologías energéticas, como el tapping.
Muchos terapeutas de psicodinámica entienden que deben trabajar con el modo en que el pasado del paciente se representa en el presente. De esta manera, tratan de ayudarle a obtener un futuro mejor, más sano, centrado, real y activo. Pero sin una adecuada comprensión de cómo el trauma queda grabado como huellas de memoria en el cuerpo, cerebro y mente, así como en la psique y el alma, el terapeuta con toda probabilidad se perderá en el laberinto de causa y efecto.
Para que la terapia resulte eficiente, es esencial apreciar cómo el trauma queda fijado en las reacciones instintivas del cuerpo ante la percepción de amenazas; cómo se queda anclado con ciertas emociones, en particular el miedo, el terror y la rabia, así como en determinados estados emocionales como depresión, bipolaridad y pérdida de la energía vital; y cómo se representa en diferentes conductas autodestructivas repetitivas.
Sin una firme comprensión de la estructura multidimensional de la memoria traumática como algo almacenado en el cerebro y mantenido en el cuerpo, el terapeuta apenas puede avanzar en las aguas pantanosas de la ambigüedad y la incertidumbre. De hecho, las ideas equivocadas acerca de los llamados recuerdos recuperados han causado demasiado dolor y sufrimiento innecesario a pacientes y familias, además de crear confusión e inseguridad en los terapeutas que los tratan.
Quizá son más terapeutas de los que nos gustaría admitir los que están influenciados por ideas erróneas bastante comunes sobre la naturaleza de la memoria. Tradicionalmente, tanto los psicólogos clínicos como académicos han tendido más a estudiar la llamada memoria verbalmente accesible.
Esta forma declarativa de memoria se ejercita y premia en la escuela primaria, secundaria y bachillerato, así como en los estudios universitarios y de posgrado. No resulta extraño entonces que psicólogos y psicoterapeutas, productos del sistema educativo, tiendan instintivamente a identificarse con esta parte concreta de la memoria consciente. Pero la memoria explícita consciente es sólo la metafórica punta del profundo y poderoso iceberg.
Apenas insinúa los estratos sumergidos de la experiencia primal implícita que nos impulsa y motiva de un modo que la mente consciente sólo puede imaginar. Pero debemos imaginarlo y comprenderlo si queremos trabajar de manera eficaz e inteligente con el trauma y sus huellas de memoria en la mente y el cuerpo.