Traumas
Cuando hablamos de traumas, se tiende a pensar en hechos horribles ocurridos en la vida de una persona, eventos muy fuertes e impactantes que dejan marcado a una persona, como las violaciones, las guerras, episodios de violencia, etc. Pero un trauma no es sólo eso y no siempre esos sucesos se procesan como traumáticos.
El poder identificar determinados sucesos como traumáticos, o dañinos para uno mismo, es el primer paso para poder solucionar el problema. Luego para poder afrontarlo lo más aconsejable y que más evidencia científica está teniendo de cara a la superación de los traumas es siendo la terapia EMDR (Terapia de desensibilización y reprocesamiento por el movimiento ocular), y la terapia cognitivo-conductual centrada en el tratamiento del trastorno de estrés postraumático o trauma.
¿A qué llamamos trauma?
Si seguimos la estela de McCann y Pearlman (1990), podemos considerar que un suceso es traumático desde un punto de vista psicológico si es una amenaza o ataque, cuando:
–Ocurre inesperadamente, de pronto, o fuera de toda norma (incluyendo abusos continuados).
–Excede la capacidad que percibe la persona para poder manejar la amenaza o el ataque.
–Perturba los marcos de referencia de la persona y otros esquemas básicos que le sirven para entender y manejarse en el mundo.
Según la OMS, en el CIE-10, el trauma ocurre cuando la persona ha estado expuesta a un acontecimiento estresante de naturaleza excepcionalmente amenazadora o catastrófica, que podría originar un profundo caos en casi todo el mundo.
Pero en la definición del CIE-10, se puede considerar, por ejemplo, como hecho traumático, la traición de la pareja en la infidelidad, pudiendo desencadenar procesos parecidos a los que se describen en el DSM 5 para definir el trastorno por estrés postraumático.
Traumas en la infancia
En la infancia, la supervivencia del niño depende de sus cuidadores. Cualquier conducta de abuso o de abandono lo puede vivir como una amenaza a su vida y le puede afectar de manera traumática. Gilbert et al., (2009), han verificado que en los países desarrollados se abusa tanto física, sexual o psicológicamente de un importante porcentaje de niñas/niños por parte de sus cuidadores, llegando a las siguientes conclusiones:
-Los maltratos son veces continuos y constituyen una situación crónica para los niños.
-La pobreza económica de los padres, el bajo nivel educativo y las enfermedades mentales suelen estar ligadas con el maltrato infantil.
-El maltrato infantil tiene en los niños efectos duraderos en la salud, problemas con alcohol y drogas, comportamiento sexual de riesgo, obesidad y comportamiento criminal, desde la infancia hasta la edad adulta.
-El abandono es al menos tan perjudicial como el abuso físico o sexual.
El problema reside en que las conductas que se desarrollan en estas edades quedan automatizadas y se repiten en la edad adulta. De esta forma, se ha comprobado que en todos nosotros las conductas de apego que se desarrollan en la relación con los cuidadores, se repiten en las relaciones de pareja.
Los efectos devastadores del maltrato y abandono en la regulación emocional de estos niños, se transfiere también a la edad adulta (Young y Widom, 2014).
Violencia de género
Uno de los traumas más habituales aparece como consecuencia de la violencia de género: abusos y violaciones, que se dan además en niños y en el ambiente familiar. En muchas ocasiones, el abuso pasa desapercibido a los adultos que le rodean y es difícil de detectar incluso en el curso de la terapia.
Hay rastros que indican que estos traumas son más dañinos que los que se dan en contextos de violencia física sin abuso sexual (Villavicencio y Montalvo, 2011). Quizás sea porque afectan a las relaciones de apego y vínculo adulto.
Repercusiones
Existen diferentes repercusiones en el día a día:
Mucha ansiedad o estado de alerta permanente. Flasback o recuerdos que llegan de repente a la mente por cualquier pequeño estímulo asociado. Problemas del sueño o pesadillas. Sensación de inseguridad y baja autoestima. Estado de ánimo muy bajo. Mayor vulnerabilidad y sensibilidad para procesar otros eventos más comunes de la vida cotidiana. Reacciones desproporcionadas del suceso ante cosas cotidianas que han quedado ligadas al trauma: aromas, objetos, colores, miradas, caricias…
Las personas que viven con traumas o con estrés postraumático, suelen ser conscientes de ello, pero muchas veces cuando ha sido simplemente algo que ocurrió en edad infantil no siempre son conscientes del efecto que aquello tuvo en ellos.
Intentan normalizar su situación personal y su vida, pero tienen la sensación de que algo se lo impide, que no llegan a ser felices y que no consiguen superar esa sombra que les persigue.
¿Cuáles son los síntomas?
A consecuencia de estas heridas, según Wetzel, el cerebro sufre reacciones que producen comportamientos poco frecuentes, como nerviosismo, irritabilidad o aislamiento. Esto puede ocurrir tras el suceso, o incluso años después, cuando se cree que ya ha sido superado, dándose el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
Te detallamos los síntomas ante los cuales es aconsejable buscar ayuda:
-Dificultad para concentrarse
-Alteraciones en el ritmo cotidiano
-Irritabilidad
-Ansiedad y nerviosismo
-Estados de alerta y tensión
-Respuestas exageradas ante cualquier estímulo
-Temor incluso ante situaciones normales
-Vergüenza
-Sensación de culpa
-Dificultad para establecer relaciones
-Trastornos de alimentación (sobrepeso o anorexia)
¿Cómo podemos superar un trauma emocional?
La clave está en afrontarlos y tratarlos de forma adecuada. Para ello, se aconseja lo siguiente:
-Aceptación
Hay personas que no saben cuál es el origen del trauma. Lo más importante es poner tu salud en primer lugar y aceptar que tuviste una experiencia traumática para resolverla.
-Incluir a tus familiares y amigos en tu salud
Cuando se integran los seres queridos en el proceso de mejorar la salud, el proceso es mucho más rápido, porque se mejora la parte emocional. En ocasiones, esto resulta más eficaz que la medicación.
-Vivir en comunidad
Debemos contar con un grupo de amigos para realizar deporte o asistir a eventos. Hay que buscar actividades que permitan establecer vínculos con otras personas.
-Buscar ayuda. Acude a un terapeuta profesional
El psicólogo puede determinar el origen del problema, conoce los efectos que se produjeron en tu cerebro y te ayuda a recuperar el equilibrio emocional y físico.
-Desarrolla la resiliencia
Los seres humanos tenemos la capacidad de salir adelante, somos resilientes, superamos pruebas, utilizamos la creatividad para resolver problemas, y nos ponemos nuevas metas para mantenernos vivos.
Por esto, tenemos que desarrollar acciones como:
-Ponernos pequeñas metas a corto plazo para motivarnos,
-Rodearnos de personas positivas.
-Usar el humor para quitarle peso a las situaciones difíciles.
-Podemos meditar para reducir el estrés, la depresión y la ansiedad.
-Practicar yoga para relajarnos y aumentar la concentración
-Busca tareas creativas, como pintar, tocar un instrumento, etc.
Con una buena dosis de voluntad y consciencia, estos hábitos pueden darte seguridad y claridad mental, y ayudarte a perdonar.
Conclusiones
Según el doctor Wetzel, los traumas son heridas emocionales producidas por sucesos de mucho estrés que abruman la capacidad y los recursos de las personas para hacerlos frente.
Eventos como la muerte de un ser querido, abusos durante la infancia o la adolescencia, un divorcio, la pérdida del trabajo, estar lejos de nuestro país de origen, una enfermedad o un accidente modifican el equilibrio físico y emocional de las personas y pueden convertirse en traumas.
Los seres humanos somos capaces de procesar o de asimilar las cosas que nos ocurren en la vida y de llegar a encontrar una solución adaptativa para cuanto nos ocurre. Pero hay momentos en que la mente humana no es capaz de realizar ese trabajo.
El problema del trauma es que da lo mismo el tiempo que haya pasado desde que ocurrió que sigue produciendo el mismo efecto en la persona que si estuviese sucediendo en ese mismo momento. El recuerdo es nítido, claro, como si hubiese pasado ayer mismo, y el impacto emocional ha permanecido.
Por eso cuando relatan el trauma, a no ser que se haya producido una disociación, lo describen como si fuese algo reciente que todavía les afecta, en lugar de como algo que ocurrió, por ejemplo, hace 20 años.